Soñar es vivir

Una jornada organizada por Casa Amèrica Catalunya y Cataluña Internacional reflexiona sobre la importancia de los sueños en la cultura indígena

Ayer tuvo lugar la última sesión del ciclo "¿Qué piensan los jóvenes de...?", organizado conjuntamente por Casa Amèrica Catalunya y Cataluña Internacional. Este último debate reflexionó sobre los sueños y su trascendencia cultural y espiritual en las comunidades índigenas de la Amazonia ecuatoriana. El acto, abierto al público y que contó con la participación de estudiantes del Istituto Italiano Statale Comprensivo de Barcelona, ​​consistió en un diálogo entre el cineasta indígena Yanda Montahuano y el editor y productor cultural Claudi Carreras, que reflexionaron sobre la conexión entre los sueños y la protección de la Amazonia.

Montahuano, miembro del pueblo sapara de Ecuador, explicó que, para su cultura, declarada Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO, los sueños son mucho más que imaginación. "Soñar es vivir", afirmó. A través de los sueños, los saparas se comunican con los antepasados, detectan peligros, deciden cómo actuar y encuentran la inspiración para seguir luchando contra la destrucción de la selva amazónica. Su voz, amplificada a través de documentales y plataformas digitales -donde cuenta con casi 90.000 seguidores en TikTok-, busca concienciar sobre la necesidad de una acción global: "La naturaleza y nosotros somos uno. Si destruimos la selva, nos destruimos a nosotros mismos".

El editor y director de la Fundación VIST, Claudi Carreras, aportó una visión amplia sobre la riqueza y diversidad de la Amazonia, una región que abarca nueve países y es hogar de más de 400 nacionalidades indígenas. Pese a esa enorme pluralidad, más de 600 de estas culturas se han perdido a causa de la colonización, la explotación del territorio y la presión de las sociedades modernas. Carreras, con amplia trayectoria como comisario de exposiciones y editor de más de treinta libros, destacó la importancia de preservar tanto el territorio como los saberes ancestrales que aportan una visión única sobre la relación entre la humanidad y la naturaleza.

Durante la conversación, Montahuano relató experiencias personales que muestran cómo los sueños guían su vida. Contó cómo, desde pequeño, sus sueños le han enviado mensajes que le conectan con su misión de proteger la selva. En uno de esos sueños se vio arrojando flechas de luz, símbolo de su voz como mensajero del bosque. También subrayó, en el contexto actual de una sociedad consumista, como su pueblo, en armonía con la naturaleza, sólo caza y cultiva lo necesario para vivir, considerando cualquier agresión en el bosque como una ruptura de ese equilibrio sagrado.

A medida que la sesión se acercaba a su fin, Montahuano preguntó a los estudiantes cómo imaginan las culturas indígenas y qué futuro quieren para el planeta. Los jóvenes, aún sorprendidos por lo que acababan de escuchar, quisieron profundizar en el tema. El cineasta les destacó que soñar no sólo es imaginar, sino también actuar según las indicaciones, a menudo abstractas, del subconsciente. Les animó a escribir sus sueños, conectar con el mundo espiritual y entender que proteger el planeta hoy es asegurar la vida de las generaciones futuras. También explicó a los jóvenes que, a diferencia de los estereotipos a menudo impuestos, los pueblos indígenas han sabido evolucionar con el mundo moderno y las nuevas tecnologías. "No somos cavernícolas y por tanto ya no vivimos como cavernícolas, pero siempre estamos vinculados al bosque", afirmó.

La sesión alcanzó su momento álgido con una potente acción simbólica: todos los participantes se agruparon en círculo y emitieron los gritos ancestrales de los sapara, utilizados para establecer comunicación a varios niveles. Estos gritos, que conectan con los pueblos vecinos, la selva, los animales y el espíritu del propio pueblo, resonaron en el espacio como un recordatorio de la profunda relación espiritual y cultural del pueblo sapara con su entorno. Todo ello hizo que ese diálogo entre culturas fuera mucho más que un simple encuentro: fue un llamamiento a la acción y a la reflexión, y un recordatorio del poder transformador de los sueños.